SOBRE LA HUMANIDAD DE ASLAN

❝ Los milagros siempre requieren sacrificios.

Los mundos de los que debía ocuparse nunca eran sencillos. En paz y armonía durante grandes períodos de tiempo, pero con problemas, guerras y necesidades la otra mitad del tiempo. Era su trabajo ayudar a los habitantes de estos mundos. Guiarlos, enseñarles el valor de la verdad, la valentía y el buen hacer. Pero grandes milagros siempre requieren de grandes sacrificios y sin duda, el mundo en el que se encontraba ahora necesitaba desesperadamente un milagro para salir del bucle de muerte y horror en el que las huestes del mal lo habían sumido en su ausencia.Cualquier dios habría dado aquella tierra por insalvable, la habría sacrificado sin dudar. Pero Aslan no era un dios cualquiera; el mal debía ser erradicado de aquella tierra y él podía ayudar. Pero había reglas que nadie podía romper. Magia antigua e insondable con la que el bien y el mal se rigen. Y al mal no puedes reclamarle algo que por derecho le pertenece cuando juegas bajo las leyes del Emperador...Y el líder oscuro, tenía más que derecho sobre aquellos dos humanos que, aunque de corazón fuerte, habían sucumbido en la perfidia. Aslan sabía que ellos serían los que derrotarían al Gran Maligno que acechaba incansable aquel mundo y él... bueno, él no sería la primera vez que se sacrificaba para salvar la vida de un alma descarriada.—Sólo hay una forma de que reclames con éxito a esos desgraciados —dijo el Maligno. Los ojos le brillaron con total perversidad cuando se dirigió a Aslan.—Sé perfectamente las reglas de la Magia Insondable —contestó el aludido. Como para no saberlas: su padre era quien las había creado—. Habla.Sabía que pediría un alto precio; aceptaría éste siempre que respetara la ley del Emperador. El brillo malicioso de los ojos ajenos hizo que éstos parecieran relampaguear en triunfo cuando verbalizó su propuesta. Y Aslan supo a lo que tendría que renunciar si consentía.Aceptó sin vacilar.

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Sabía que acostumbrarse a su nueva condición no iba a ser fácil. Pero sentirse atado, confinado en un cuerpo humano sin oportunidad de poder trasmutar a ninguna otra apariencia fue muy diferente de lo que había pensado. Lo que más lo condicionaba eran las exigencias fisiológicas: alimentarse continuamente, verse obligado a descansar después de cualquier esfuerzo físico, sentir emociones...Sí, Aslan ahora no solamente tenía apariencia humana, también sentía como tal y esto lo tenía totalmente desconcertado pues, como deidad, había sentido y comprendido de una forma superior y ahora, aunque aún notaba un rescoldo no mortal en su interior, las sensaciones humanas no hacían más que manifestarse ahogando aquella parte divina.Sus poderes también habían desaparecido casi por completo. Ya no disponía de la magia que desprendía su rugido o aliento de león, ya no era invulnerable, ya no tenía la misma fuerza sobrehumana ni el poder de sanar. La Magia Insondable había actuado con justicia sobre él.Con el transcurrir del tiempo, el león descubrió que no todos sus poderes se habían ido. Al menos no del todo.Aunque ya no podía 'ver' ni 'sentir' acontecimientos en la distancia, el poder de viajar entre universos estaba indiscutiblemente allí; podía visitar sin problema todos los mundos sin apenas esfuerzo. Ya no era poseedor de todas las respuestas, pero su inmedible sabiduría seguía casi toda allí y su entendimiento muy superior al de cualquier ser terrestre a menudo atraía a las personas a su alrededor. Parecía que el tiempo no pasaba para él, quien no envejecía. Pero, como mortal, sentía dolor, hambre, sed, cansancio, tristeza, frustración, a veces ira... Mayormente conservó su personalidad tranquila, afable e imponente pero ay, qué complejo era ser tan... humano. Y sin embargo, si lo mirabas a los ojos con atención, aún podías ver oculto en lo más profundo un tono divino.Había sido su decisión, a nadie podía culpar, ni lo hacía. Cargar con las consecuencias que acarreaba su benevolencia era una carga que aceptaba y asumía; para él, un alma que se arrepiente, merece por todos los medios posibles otra oportunidad.El león no rompió su labor y siguió visitando los mundos a su cuidado, educando y ayudando allí donde debía. Sin embargo, la noticia sobre su mortalidad pronto se extendió. ¿Era cierto? ¿El Gran León ya no era tan poderoso? Aquel rumor sólo hizo que las criaturas malévolas se envalentonaran. Muchas de ellas, deseosas de acabar con el dios dieron rienda suelta a su maldad y comenzaron a buscarlo.¿Aslan realmente podía ser destruido si su cuerpo humano llegaba a morir? ¿Acaso recuperaría entonces todo su verdadero poder? Hubo un tiempo en el que él mismo habría podido responder a aquella pregunta. Ahora, sólo su Padre Creador tenía la respuesta.